El zumbido cesó de repente. Abrí los ojos, estaba sentado sobre el frío mármol de unos escalones. Aturdido, comencé a palparme observando que mis ropas seguían en su lugar, así como mi espada y daga.
Despacio, deslicé la mirada alrededor. Una ciudad…pero estaba desierta. Me encontraba en una calle con un estanque en su centro, el agua brotaba de un surtidor emitiendo sonidos rítmicos y metálicos; a ambos lados dos soberbios edificios blancos la flanqueaban, exhibiendo soportales con arcos. Al fondo, una torre cilíndrica rodeada de columnatas, se elevaba solitaria sobre el atardecer amarillo verdoso del horizonte. Caminando absorto, recorrí más calles con soportales teñidos de blanco.
¿Dónde estaba? Venía de otro tiempo, en un loco viaje al futuro, huyendo de la justicia de mi época, pero aquí … no había sonidos, ni vida.
Al fondo de una calle porticada, una chimenea escupía un humo denso y gris. Seguí caminando, cuando escuché un suave sonido; mi mano buscó la daga… una niña trotaba calle abajo jugueteando, no reparó en mí, siguió hasta una plaza sin gentes.
Algo grave ocurrió en otro tiempo y me estremecí de pavor. Ese futuro buscado había sido arrasado por el ángel exterminador.
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