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El laurel


Finalista premio Clave. Irresistibles. Editorial modernidad líquida, página 55.


 



Su deseo es intenso y desbocado, ahora está cerca, en el arroyo. Su cuerpo parece cincelado en blanco mármol, de suaves y delicadas proporciones, con sus cabellos largos recogidos tras la nuca. Él la observa mientras toca el agua fresca que corre a sus pies. Piensa que es el momento, al tiempo que su deseo crece como una intensa tormenta. 

 

Lo ve y asustada, inicia una veloz carrera hacia el bosquecillo de encinas; mira hacia atrás angustiada, está muy cerca; no sabe si podrá zafarse de su acoso, odia que la toquen; no desea caricias ni amor de ningún mortal ni dios, su virginidad está consagrada a la diosa y pide ahora favor en el último instante, cuando unas ávidas manos están a punto de alcanzarla. La diosa la escucha.  

 

De pronto sus piececillos echan raíces que se fijan a la tierra y sus suaves piernas, se cubren de ruda corteza mientras sus brazos y dedos levantados al cielo, se expanden en finas ramas cubiertas de follaje. 

 

Abraza desolado ese cuerpo leñoso, ya no es el de la mujer que persigue; hunde su cabeza entre las hojas, aspirando lo que queda de ella, el fuerte aroma del laurel. 

 

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